LA SEÑORA DE ENFRENTE

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" Ver la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el nuestro", es un dicho o proverbio muy conocido; se usó en el Quijote pero como sabemos proviene de unos textos más antiguos: la Biblia.


La crítica es uno de los deportes favoritos,no sólo del español, sino del ser humano.

Nos sentimos omnipotentes al enjuiciar a la vecina de enfrente, al compañero de trabajo, al primo, al señor del bar...


En un estudio de Ana María Oliva, doctora en Biomedicina en su libro: Lo que tu luz dice, nos muestra como el insulto es capaz de cambiar nuestro campo de energía y debilitarlo. El poder de la palabra es tremendo, puede hundir al igual que puede elevar.

¿ Pero, realmente conocemos lo que se esconde detrás de lo que escudriñamos y despellejamos sin piedad?


Toda persona tiene una biografía, unas experiencias, creencias, vivencias y sentimientos que las hace únicas y a la vez iguales a nosotros.

Dependiendo de todo ese entramado, cada uno resuelve su día a día como buenamente puede y sabe, así pues, no deberíamos juzgar tan alegremente como enfrenta las situaciones el de al lado.


Probablemente entren en juego en esta ecuación varios factores, ya puedan ser: el miedo, la envidia, la ira, creencias, falta de autoestima y por supuesto el ego.

Saber ponerse los zapatos del otro no es tarea fácil, requiere un conocimiento de uno mismo, un trabajo interno que no estamos dispuestos a enfrentar pues veríamos los rincones ocultos, nuestras sombras...¡ Cuántas veces hemos cometido errores!.

Si cada uno de nosotros nos ocupáramos de nuestra " viga" , probablemente haríamos una reconstrucción perfecta de ese ser que late dentro de nuestro interior, que habita cada trocito de nuestro cuerpo; ese diamante que puede dar destellos tan sólo con su presencia, teniendo compasión, primero de sí mismo y después con los demás.


En su lucha por un mundo mejor Gandhi insiste en que la transformación personal y social han de ir de la mano: " Si pudiéramos cambiarnos a nosotros mismos, las tendencias en el mundo también podrían cambiar. Tal y como un hombre es capaz de cambiar su naturaleza, también cambia la actitud del mundo hacia él. No necesitamos esperar a ver lo que hacen los demás".

Por tanto, el mundo sería más justo, equitativo y con muchos menos conflictos si cada uno se ocupara de su pequeño espacio y ayudara a transformarlo.



Un artículo de Ana María Vidal Rivera.

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